17 marzo 2011

La vieja estación de Molina


No hallé por ninguna parte al jefe de estación que yo conocí , el señor Fantobal, don Santiago, que recibía y despachaba trenes tocado con una gorra de conductor pero orlada con una cinta de rojo vivo, aparte de eso lucía una ostentosa insignia en que se podía leer "Jefe de Estación". Era, ilo tempore, una autoridad en el pueblo, y en los fastos cívicos ocupaba lugares de privilegio.
Hoy que no está don Santiago todo ha sido automatizado. Los cambios de vía, el cierre de los cruces, etc. todo se maneja al estilo del tren eléctrico de juguete que siempre he soñado tener.

El edificio de la estación está fuera de uso como consecuencias del terremoto. Habrá que levantar uno nuevo y firme, aún cuando el actual sirvió, sin temor a equivocarme, por casi cien años.
Desde esta estación, hoy con una cintura naranja de seguridad, partíamos la tarde del domingo a Talca para llegar antes de las 9 de la noche al internado del Liceo.

Recuerdo con nostalgia el ingreso, por la primera línea ,del convoy de pasajeros tirado por una locomotora marca Mikado (japonesa) que resoplaba furiosamente al tiempo que los frenos chirriaban y el vapor escapaba con agudos silbidos. Se imponía, sin embargo, por sobre todos los demás sonidos el talán talán de su brillante campana...

1 comentario:

Valeria C. Poulain dijo...

aaaww me encanta :D