17 octubre 2007

En el Día del Profesor


Hasta antes del golpe de estado, cada 11 de septiembre se celebraba el Día del Maestro. A partir de allí la tradición se fue a las pailas y con posterioridad todo se trocó por el Día del Profesor. El fasto es trasladado al 16 de octubre, coincidente con la fecha en que se otorga el Premio Nobel a la colega Lucila Godoy Alcayaga.
Hay que destacar primero lo obvio, el cambio de fecha, y luego lo sustantivo: se mantiene lo de día, más se pierde la expresión "maestro". Con ello se le resta categoría a la función del educador y se lo pone a nivel de un simple funcionario. El diccionario de la Real Academia de la Lengua dice que maestro es el que enseña una ciencia, arte u oficio o tiene título para hacerlo. Va más allá, destaca en solitario la palabra "maestra", mujer que enseña a las niñas en una escuela o colegio.
Prestad atención, plis. Hoy es el Día del Profesor. Tengo una propuesta: hay que hacer que regrese al 11 de septiembre y a su denominación original. Yo, porfiado como el que más, lo sigo conmemorando en ese día. Regreso a cobijarme en "mis" Maestras y Maestros (así con mayúsculas). La calificación de "maestro" la otorga siempre quien fue alumno y recibió de manos cariñosas y fuertes, la formación inicial, aquella que lo preparó para la vida.
Como no volver a sentarme en mi pupitre frente a la señorita Julia Ramos, en la escuela "Juanita Aguirre de Aguirre Cerda". Estaba jubilada, imagínense había sido, a su vez profesora de mi madre, quien también lo era, egresada de la Escuela Superior de Preceptoras José Abelardo Núñez, de Santiago. La "sita Julia" imponía respeto, se parecía a Gabriela Mistral. Usaba en clase un puntero de coligue con punta de goma. En mi escuela tuve manzanitas agua y sol. Los lunes por la mañana en el acto cívico interpretábamos la canción nacional y también el Hímno de las Américas, "un canto de amistad de buena vecindad unidos nos tendrá eternamente".
Mis grandes maestros estuvieron en el internado del Liceo de Hombres de Talca. Me educó el Estado. Don Hugo Flores, en Historia; don Rubén Valdés, Matemática y Física , don Osvaldo Aguilera, Francés; don Osvaldo Gómez, inglés de Inglaterra; doña Judith Alvarez, Castellano. Ella diariamente exigía una copia, ejercicio destinado a mejorar nuestras letras de iguanodontes. Corregía a vuelo de pájaro y ponía un visto bueno. Hasta que en mala hora leyó la mía... Terminé en la oficina de don Mariano González, el inspector general. ¿Qué te has creído Don Juan de pacotilla? tuvo a bien consultarme, al mismo tiempo que alzaba algunos decibeles su voz. Otro que está en mis recuerdos es un Hernán Loyola muy joven. Es el bibliógrafo de Neruda. Vive en Italia. Se le puso que yo podía ser actor de teatro. Habría temblado Noguera, entre otros. En Talca enseñó hasta 1960. "El golpe – me contó en un e-mail- me sorprendió como profesor de literatura chilena e hispanoamericana en el ex-pedagógico de Macul. En el exilio enseñé al comienzo en Bordeaux y en Budapest, pero desde 1977 me instalé aquí en Sassari al norte de Cerdeña". Está jubilado. De vez en cuando hace unos vuelos rasantes sobre Chile.
Tuve magníficos maestros. Con mayor cariño recuerdo a los que no me aguantaban una... Fueron mis modelos.
Los profesores de hoy serán los maestros del futuro. Sucederá en la medida que los actuales estudiantes,una vez adultos, se peguen la palmada y reflexionen sobre la importancia de lo que les entregan. Como hoy no cachan una, para ellos son, por el momento, sólo "los profes"...

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