09 abril 2007

Semana Santa



Jueves Santo

La Semana Santa en el pueblo era tétrica. En la noche del jueves las señas para las ceremonias del lavado de pies y otras eran hechas con una matraca desde lo alto de la inconclusa torre de la iglesia parroquial. Sonaba horrible, nos producía pavor. La iglesia en su interior mostraba todas las figuras de los santos cubiertas con unos paños morados. Tiempo extraño ese para un niño preconciliar. Todo era dicho en latin por el cura que daba la espalda a los feligreses.

Viernes Santo

El viernes de nuevo la matraca llamaba a oración. En casa se hablaba bajito y la radio sólo transmitía música selecta. Pobre del que dijera una mala palabra en aquella mañana de dolor. En la cocina la Aurelia preparaba pescado.
A las 14 horas comenzaban "las tres horas", con un templo repleto. También a esa hora estaba de bote en bote el Teatro Municipal. Exhibía La pasión de Cristo en función de matiné, vermouth y noche. La novedad, el filme mudo era coloreado y parece que a mano. Las escenas alegres amarillas enteras, las trágicas de un furibundo bermellón. Lo raro, todos los telespetactadores conocían el desenlace pero el teatro se llenaba igual en todas las funciones.
Tarde noche del viernes el Vía Crucis en el interior del templo. Fin del día.


Sábado Santo

El sábado continuaba la tristeza acrecentada por el frío, el verano se había ido hacía rato. La gente adoraba la cruz durante el día. Nosotros, repito niños preconciliares, continuábamos hablando bajito, la radio seguía con la música selecta y pobre del que dijera un garabato. El infierno habría sido poco.
En la noche venía lo bueno. La matraca llamaba a la misa de resurrección, El templo repleto de gente, los santos cubiertos de morado, desde lo alto colgaban doseles negros que cubrían el altar por completo.
El cura Pérez, don José Samuel, iniciaba el oficio ataviado con un sobrepelliz albo, junto a él López, don José Luis, el teniente cura. Pérez tendido de cúbito abdominal rezaba las letanías que la feligresía respondía con sucesivos y sonoros ¡ora pronobis!.
De pronto nuestro cura párroco agarraba vuelo y cantaba en latin ¡ lumen lúmine !. Caía el velo de luto que cubría el altar y éste surgía refulgente mientras el Coro interpretaba un hímno de auténtica alegría pascual, simultáneamente las campanas de la torre eran echadas al vuelo y el olor a incienso y flores invadía el ambiente. Luego se iniciaba la misa pascual. Impresionante para un niño.
En nuestra etapa adolescente seguimos la ceremonia de pie desde la puerta de ingreso al templo, ubicación de los caballeros. Lo más entretenido eran los chascarros subidos de tono que nos contaba don Rogelio, el director de la banda municipal.

Domingo de Gloria.

Algunos aventajados candidatos a irse al cielo la mañana del domingo se repetían la misa, que, sin duda, no era tan espectacular como la de la noche del sábado. Sería muy domingo de Gloria pero no para nosotros por dos razones: ni se conocían los huevos de conejo y el lunes temprano había que volver a la escuela.

1 comentario:

Samuel Obreque dijo...

Dn.Hugo:
a pesar de mis muchos años en esto, soy un novato. Por eso es que casualmente tuve la inmensa dicha de toparme con su página... y
brevemente le digo:
somos coterráneos, en numerosas
ocasiones fuí monaguillo de mi tocayo Dn. Samuel Perez a quien quise mucho,también fuí testigo de las cosas que Ud. comenta sobre nuestro pueblo,y como son tantas
agradecería poder conversar algun
día con su distinguida persona.
Actualmente vivo en los Angeles
y mi edad es de 72 años, mi correo es obreque.samuel@gmail.com
saludo muy atte. y le felicito por
su perfil.
Samuel Obreque Vergara