18 septiembre 2005

Recuerdos de mi patria...Molina


En mi pueblo la misa dominical de 11, a la que iban los ricos, la decía el cura párroco don José Samuel Pérez, del cual, entre paréntesis, existe hoy un busto de bronce en una de las esquinas de la plaza de armas. Aquello de los ricos se lo adjudico yo a partir de la idea que se tenía de los asistentes, justificada tal vez por las tenidas domingueras con las que acudían al oficio religioso. El pueblo unido, para hacer la diferencia, iba a la misa de 8. Abundaban las señoras de negro con unos tremendos misales y el infaltable rosario que no dejaban de rezar durante el transcurso de toda la ceremonia. Mi madre amenazaba con propinarme, al regresar a casa, un soberano coscacho, cada vez que le consultaba cómo podían hacer ambas cosas a la vez...
La primera misa la oficiaba el sotacura, el señor López. Mi padre y otros afirmaban que era un latero ya que demoraba una barbaridad en arribar al "ite misa est". Preferían, por eso, la de don Samuel. Este hablaba con tal prisa que todo transcurría en un santiamén. En menos que canta un gallo toda la feligresía estaba de paseo por la plaza, deleitábase con los sones del orfeón municipal al mismo tiempo que consumía barquillos, que un hombre de guardapolvo blanco y gorro, extraía cuidadosamente desde el interior de un tarro de color rojo así de grande. Tres o cuatro se instalaban en el Club Social a mirar para el frente con un aperitivo en la diestra.
Otro grupo, hoy sería el ABC1, no hallaba cosa más placentera que volver a la plaza en auto, estacionarse en un costado y desde el interior del vehículo observar la realidad. Inexplicable, ¡pero si algunos vivían sólo a media cuadra!. Pienso que simplemente era para darse pisto, quebrarse... No todo el mundo tenía automóvil. Me pregunto ¿cómo habría sido la plaza en aquella época si hubiese habido teléfonos celulares? ¿Qué cara habría puesto el cura Pérez si al iniciar el Ofertorio y pronunciar el "dominus vobiscum" hubiese sonado un celular con la campanilla de "La Cucaracha", por ejemplo?. Por fortuna "Illo tempore" no se habían inventado los teléfonos móviles. Hoy son tan comunes. Alborotan en los lugares más inesperados, incluidos, "verbi gratia", misas y velatorios.
El Orfeón Municipal, dirigido por don Rogelio, que durante la semana era el Inspector Municipal del Tránsito, interpretaba un nutrido repertorio en que había desde marchas a piezas sinfónicas, pasando por boleros, tangos, mambos, marchiñas,valses, pasodobles, etc. Nadie prestaba mucha atención cuando la banda tocaba la obertura "Poeta y Aldeano", de Von Suppé o alguna obra de propia inspiración de don Rogelio. A la poca esférica para las piezas clasicas y también para sus propias composiciones, respondía con un olímpico "margaritas ante porcos", que en castellano significa "no arrojéis margaritas a los cerdos". A la distancia me tinca que fue el cura que proporcionó a don Roge dicha locución latina para dar respuesta a los detractores de la música seria y que gozaban más con Pérez Prado que con Von Suppé. Nadie en el pueblo sabía latín y menos, entonces, podía sentirse ofendido. Luego de cada retreta dominical el orfeón desfilaba hacia su base marchando al compás de "Erica"...con un montón de cabros chicos a la cola, yo en mi triciclo cuyas ruedas chillaban como diablo por carencia de grasa.
A estas alturas se autoconsultarán ¿y a qué viene todo esto?. Bueno, es que mañana es domingo y siempre es bueno recordar. "Ubi bene ibi patria", donde se está bien allí está la patria. Mi pueblo fue por mucho tiempo mi patria, la de hoy es Concepción.

La Sociedad de Socorros Mutuos El Progreso", celebra su aniversario. Fotografía de Hugo Olea

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