09 agosto 2006

¡ Ahí viene la banda !


Es habitual que se nos impresione mostrándonos en diarios, revistas y la televisión imágenes de bandas u orquestas extranjeras compuestas por niños y adolescentes. Tal cosa como si se nos quisiera advertir que se trata de hechos privativos de otras latitudes o exclusivos de las grandes urbes. Empero la común excepción a la regla existe. La hallamos en Molina, 7ª Región, en donde hay una Banda Juvenil que ha paseado el buen nombre del pueblo por doquier. Esta es su breve historia.

Banda
centenaria

Molina ha mantenido una tradición centenaria en materia de bandas. En 1983 fueron conmemorados 90 años de la fundación del que fuera el Orfeón Municipal. Lo tuvo desde poco antes del inicio de la Guerra del Pacífico, cosa que fue común a la mayoría de las nacientes concentraciones urbanas de la zona central. Tocó hasta hace unos tres o cuatro años. Fue el encargado de poner "la banda sonora" a los fastos pueblerinos; a los funerales de la gente principal y también de satisfacer la necesidad de música de las comunidades vecinas. En un momento -después de 1973, lógico- fue militarizado para también marcar el paso de los soldados de las unidades castrenses de la zona que, quizá por qué razones, se habían quedado sin músicos. Indignación de los molinenses. Se pusieron en campaña y lo recuperaron. Cerró, finalmente, su actividad a comienzos de 1990, cuando los últimos, maestros por razones de edad, debieron emprender la retirada.


Una aventura musical

César Humberto Reyes, 61 años, 50 como músico , y el último Director, no soportó de buenas a primeras alejarse y se propuso un ambicioso objetivo: reunir a niños que jamás habían tomado un instrumento y enseñarles a tocar. La aventura la emprendió con hace dos años con una extraordinaria dosis de paciencia. La primera presentación pública se cumplió el 11 de junio de 1991. Banda habemus...
"No se trataba de tocar por oido. Mi interés era que aprendieran a leer las notas, y lo he conseguido", afirma Reyes. Hoy todos sus integrantes tocan y al mismo tiempo alternan sus miradas a la partitura y a su batuta . "Con esto, además, se les proporciona una herramienta que pudiera llevarlos incluso a adoptar, algún día, la música como profesión".


Los padrinos de la FACH

Conforman el conjunto 34 alumnos de escuelas básicas y del liceo local, a los cuales se les exige un rendimiento escolar aceptable (promedio 5,5) como condición para mantener la membrecía. En caso contrario la posibilidad de ser reemplazados es cierta, pues hay una docena de "reservas" tremendamente interesados en incorporarse como titulares. Seis niñas ponen la nota delicada entre tantísimo varón.
El repertorio comprende un centenar de temas. Van desde selecciones bailables hasta trozos sinfónicos, pasando por las tradicionales marchas y el swing de Glenn Miller.
"Nos ha apadrinado -cuenta el director- la Banda de la Fuerza Aérea, que nos envía periódicamente partituras, como asimismo a su experto en reparación de instrumentos para que haga la mantención de los nuestros".

La marcha los pesos

El financiamiento es a partir de socios cooperadores. El contar con personalidad jurídica les permite recibir un aporte municipal que el año pasado fue de 300 mil pesos. Algunas empresas también han colaborado. Destacan a Colbún Machicura que hizo un donativo de 200 mil pesos.
"La gente del pueblo se siente orgullosa de su Banda, pero no pasan más allá de eso. Poca colaboración les presta", nos dicen. Al parecer no se han dado cuenta de lo que tienen. Hay, por supuesto, personas que prestan preciosa ayuda. Es el caso de la señora Inés Montecinos, que facilita un local de su propiedad, en la calle Luis Cruz Martínez, para los ensayos.
Necesidad casi innmediata es renovar cierto instrumental demasiado antiguo y que desafina a la primera de cambio, a veces en plena actuación. El nuevo cuesta un dineral.
Mantienen la esperanza de contar con él. Mientras, la función debe proseguir con lo que hay.

Orfeón para mucho rato

Giras recientes los han llevado a Valparaíso, Santiago y Talcahuano, entre otros sitios, aparte de tocar y actuar en casi todas las localidades de la 7ª Región. Ambas cosas, porque cada función es un espectáculo. Los muchachos marchan, cantan, bailan y ejecutan aplaudidos "solos" sobre el escenario. Todo al mejor estilo de las grandes agrupaciones orquestales. Una sencilla chomba granate y pantalones plomos, constituyen el uniforme de parada. El escenario habitual de sus retretas es el granítico y rojizo kiosco de la Plaza de Armas de Molina.
La formación técnica que reciben los jóvenes ha sido ponderada debidamente por la Fuerza Aérea y otras instituciones. Tanto que por lo menos cuatro han sido invitados para integrarse a ellas e iniciar una carrera como profesionales.
Molina tiene orfeón para rato, de tal modo que los niños del pueblo podrán todavía, por mucho tiempo, anunciar alegremente ¡Ahí viene la banda! y, enseguida, marchar a la cola imitando el paso y gallardía de los jóvenes músicos...

Concepción 6 de marzo de 1993.
Publicado en EL SUR de Concepción

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